Origen

Diversidad de situaciones personales

Este proyecto surge por a raíz de la caída de una persona familiar de 62 años, que le provoca una lesión medular, con una consecuente paraplejía (no tiene ni sensibilidad ni movilidad de pecho para abajo).

Dada su edad y complicaciones, los limitados recursos existentes para este tipo de población que hay en la ciudad de A Coruña, y por el personal que necesita, se ve obligada a irse a vivir a una residencia de mayores.

Adaptando casa, cuerpo y mente

Partimos de un gran problema emocional, al que se enfrentan las personas con diversidad funcional, en general, y al que las personas con discapacidad sobrevenida, en particular, tienen que enfrentarse de golpe, aceptando sus nuevos roles.

Por otro lado, tienen que buscar los medios propios para poder adaptar sus viviendas a esta nueva situación, y afrontar también los problemas de accesibilidad en zonas comunitarias, procurando con eso ser independientes.

Consideramos que lo ideal es continuar en la vivienda habitual y contar con las facilidades para adaptarla a la situación personal, pero esto no siempre puede ser así. La legislación, los recursos, la falta de facilidades, o la complejidad de los cambios a realizar, muchas veces lo impiden.

Además, no todo el mundo cuenta con vivienda en propiedad (la juventud sin emancipar y el cada vez mayor número de gente que prefiere alquilar a comprar e hipotecarse, son un ejemplo), lo que complica aún más el proceso.

Buscando otras opciones cuando nuestra casa no está adaptada

Como alternativa al retorno al domicilio habitual, surge la idea de la institucionalización: en la actualidad, en nuestra Comunidad Autónoma, la mayoría de residencias destinadas a personas mayores y personas con diversidad funcional tiene una orientación clara hacia personas con grandes dependencias con exigencias de cuidados elevadas, y aún no siendo así, presenta pocas alternativas para la autonomía. La escasez de plazas en relación a la demanda social también imposibilita la especificidad de los cuidados y la cobertura adecuada para los individuos potencialmente autónomos. A esto hay que añadir la libertad de precios de las alternativas privadas..

Por otra parte, está claro el beneficio de la permanencia de estos individuos en el tejido social al que pertenecen, y el mantenimiento de sus actividades y sus roles cotidianos. Un entorno facilitador resulta clave para la participación social, mientras que un entorno que suponga un obstáculo puede derivar en una situación de dependencia.

Apoyo para actividades básicas de la vida diaria y otros recursos…

La discapacidad además encarece la vida en términos generales, y más si precisas de ayudas técnicas o de apoyo de profesionales para llevar a cabo algunas de las actividades básicas de la vida diaria. La idea de hacer módulos de viviendas, aporta además los beneficios que supone lo comunitario: poder hacer gastos compartidos en caso de disfrutar de profesionales especializados como enfermería, auxiliares, o fisioterapeutas.Esto da lugar a una gestión más sostenible de la vida de una persona, resultando más asequible esta posibilidad, y pudiendo elegir en mayor grado el estilo de vida que deseamos llevar.

Viviendas para todas las personas

Este proyecto tiene como objectivo el diseño de viviendas con criterios universales, para todas las personas, y con posibilidades de adaptación a las características individuales, haciendo cada vivienda única y adecuada para las personas que la habitan.